Diferencias entre la transcreación, el copywriting y la traducción

Cuando me preguntan a qué me dedico y respondo que a la transcreación, lo normal son dos respuestas: una cara rara y un “ah, qué interesante”, o una cara rara seguida de “Trans… ¿qué?”

Para explicarlo más rápido lo aclaro diciendo que traduzco publicidad del inglés al español y, no sé por qué, alguien siempre dice: “¿Como cuando se traducen los títulos de las películas?”. Pues sí, pero con matices.

Para entrar en detalles, la transcreación está entre dos tierras —el copywriting y la traducción— y su peculiaridad es que incluye elementos de estas dos disciplinas. Es decir, que la transcreación no existiría si faltara uno de los dos.

A mí me gusta pensar que es el fruto de una unión muy prolífica que permite a las marcas expresarse en cualquier idioma, tal y como son. De esta forma se conserva su esencia, solo que adaptándola a un mercado concreto en base a unos códigos culturales.

Vamos a diseccionar todo esto un poco más describiendo a grandes rasgos qué es cada cosa.

¿DE QUÉ VA EL COPYWRITING?

El copywriting se corresponde con la redacción persuasiva (alias, la redacción publicitaria de toda la vida). Y en este punto es inevitable acordarnos de Mad Men y la imagen tradicional que tenemos del copywriter: un creativo publicitario que trata de venderte algo a toda costa con humo y palabras.

Sin embargo, esta imagen queda ya muy atrás y, si bien su función es convencerte de algo, ese algo no tiene por qué ser que compres un televisor, una lavadora o un coche.

El rango es muy amplio y el copywriter escribe con muchos objetivos, desde convencerte para suscribirte a una newsletter, seguir a un artista en Instagram, conseguir que dones a una ONG o que te enamores de un producto.

Para lograrlo, tiene una brújula, y esa es la marca. Las buenas marcas cuentan con una misión y valores, una forma de ser, una estrategia, un tono de voz y, sobre todo, un briefing donde se detalla qué se quiere conseguir con determinadas acciones de comunicación. Y ese es exactamente el marco en el que escribe un copywriter. Resumiendo mucho, en su día a día combina todo esos elementos y crea un texto persuasivo desde cero.

¿EN QUÉ CONSISTE DE VERDAD TRADUCIR?

Si para el copywriter la marca estaba por encima de todas las cosas, para el traductor el texto origen es su brújula. Esto quiere decir que, aunque el propósito sea generar un texto que resulte completamente natural en el idioma de destino, y que se espera de él que cambie estructuras y frases propias del idioma en el que fue escrito, jamás de los jamases debe perderse de vista este texto de origen (o «source text«, como suele llamársele en inglés). 

Por otro lado, para conseguir una buena traducción donde la fidelidad, la fluidez y la claridad brillen por sí mismas es fundamental familiarizarse con el público. No es lo mismo traducir un texto médico que un manual técnico ni un artículo jurídico, por lo que saber a quién nos dirigimos nos ayudará mucho para conseguir que la función de la traducción se cumpla.

La traducción es un mundo apasionante, y cuanto más aprendo, más me gusta. Al traducir, cogemos de la mano al lector y lo guiamos para que pueda descubrir otros mundos, para que pueda entender nuevas ideas y siempre desde un lenguaje que le resulta familiar. No importa la naturaleza del texto. Es una forma de comunicación única y me encanta pararme a pensarlo de vez en cuando.

TRANSCREACIÓN: CREAR Y TRADUCIR

En este punto, conviene aclarar que el copywriting y la traducción son servicios diferentes con objetivos diferentes. Uno no es mejor que el otro y, para realizarlos, se necesitan habilidades distintas. ¿Pero qué pasa si combinas esas habilidades? Pues que nace un tercer servicio que es la síntesis de los dos: la transcreación.

Para persuadir, la publicidad se fundamenta en emociones que los publicistas y las marcas despiertan para conseguir que su público lleve a cabo alguna acción. Teniendo en cuenta que cada país y región tiene su propia cultura, ¿crees que un mensaje único, traducido de forma literal funcionaría? Seguro que sabes por experiencia propia que no. Y ahí es donde entra en juego la transcreación.

Para hacerla posible, y tal y como adelantaba un poco antes, necesitamos todos esos componentes del copywriting y la traducción.

Por un lado, tener en cuenta el briefing, misión, visión, valores, estrategia de marca y de campaña, y el tono de voz; y por otro, reflejar, en la medida de lo posible, un texto final que incorpore los elementos fundamentales del texto de origen y que fluya en todo momento. 

Y ahí está la clave de un buena transcreación. En saber conjugar de forma natural todo lo anterior y que «no se note» que se trata de un texto traducido/adaptado, sino que se perciba como si se hubiera creado desde cero.

Para conseguirlo, habrá que armarse de audacia y precisión, tendremos que estar dispuestos a pensar, a darle vueltas a las frases, a leerlas en voz alta y mucho más. En definitiva, tendremos que atrevernos a llevar las palabras muy lejos, pero sin perder de vista lo importante.

¿Cuándo sabremos si lo hemos hecho bien? Cuando consigamos que la intención que tiene la marca con su mensaje se replique en nuestro idioma y produzca el mismo efecto en el público.

Esto da para muchos libros, pero espero que esta breve explicación te haya servido y que ahora veas un poco más claro cuáles son las diferencias entre estos tres conceptos tan interesantes. 

Yo tengo debilidad por la transcreación, pero cuéntame, ¿qué te gusta más: crear, traducir, transcrear o todo lo anterior? 

Te leo en los comentarios 🙂